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Mostrando entradas de marzo, 2013

Te prometo

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Te prometo que al encontrarte... pintaré mis sombras de azul, se iluminarán todos los faros de aquí hasta el fin del mundo, y aunque nadie pueda verlo, así será. Te prometo que al encontrarte... serán para ti todos mis latidos, los guardaré en una cajita, pequeña, fácil de llevar, e inoxidable, y te la daré como obsequio de bienvenida. Te prometo que al encontrarte... pararé el tiempo entre mis manos, pondré luz en nuestros cielos, llegaremos a ese puerto y se abrirán todas la puertas. Te prometo que al encontrarte... tendrán respuesta todas las preguntas, aunque luego se nos olviden para seguir buscándolas. Y me bañaré en tu mar. Y conocerás mi jardín secreto. Te prometo... Yo te prometo que al encontrarte todo será distinto.

Y se fue

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Descalabró el sentido, enmudece la araña en su tela, tejiendo nieblas en los días que pasaban. Perdió el rumbo y el tiempo marcaba el paso a ritmo de tambor. No sé dónde fue, no sé adónde partió. Buscaba un bosque de arena una ciudad en el aire, un horizonte al que llegar... Y se fue. Buscó dentro y afuera, lejos y cerca, besó probables, amó imposibles, arrancó de sus goznes el corazón y se lo entregó al viento amable. Ahora se va, pero no sabe adónde, sólo sabe que quiere llegar hasta el norte y traerlo hacia el sur. Encender un sol en la lluvia... Y conocer finalmente, el amor.

Tanto que contar y sólo...

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Tanto que escribir, tanto que contar y sólo transcribo silencios de esta mente exhausta. Sólo un espejismo o veo con claridad, me pregunto, o tan sólo me he perdido... Todo podría ser. Ando descalza de nuevo con el corazón desnudo en una mano, besando el tiempo que pasa. El ayer sigue cargado de historias. Hay cosas que no cambian. Yo no cambio. Pero envejezco y destilo días que van caminando hacia delante. No hay certezas a la vista, no hay un faro futuro alumbrando horizontes. Sólo hay preguntas de preguntas y respuestas en silencio, observando expectantes.  

Y no hace falta nada más

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No tengo nada más y no hace falta nada más, sólo un motivo más allá de las tormentas y vacíos, cuando se me viene la soledad encima y toda de golpe, sólo tú y estas ganas que me muerden el alma para suspirarte y beberte en las ausencias y en la distancia, que se me escapan las manos a tocarte, que se me vuelan los besos en la mañana gris y en la madrugada sólo sueñan a gritos mis versos de ti.

Tan sólo...

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Soy un compendio de momentos sucedidos, alcanzados y perdidos, llenos de tarde y hasta luegos, de besos de bienvenida y abrazos para siempre. Soy una suerte de desencuentros y búsqueda de señales a la intemperie, de pasos largos en la arena y de rayos de luna durmiendo las horas a mi espalda. Soy un banco vacío mirando al horizonte distante, bañado en perfume de mar, de sueños de sal, y un faro que alumbra las alas del tiempo y un barco perdido queriendo alcanzar su puerto. Soy un desván de trastos rotos, de secretos viejos y tesoros preservados, de esquinas sombrías y sol dibujando sombras en paredes calladas de palabras en verso, habitándose de deseos aún por pedir. Soy un libro abierto, recién escrito apenas y apenas conocido, sin precio en la cubierta, sin prólogo ni apéndices ni dedicatoria, aunque sí agradecimientos... Me reescribo cada día, éstas son mis memorias, éste es mi alegato contra la parca, mi voz, mi legado, mi historia... Tan sólo yo,

Y sigues ahí...

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Y sigues ahí, en mitad del tiempo, tejiéndome caricias que envuelven los días en palabras y deseos. Y sigues ahí, y no te vas... persistente y cabezota en tu empeño de hacerme sonreír en mañanas sin sueños o en tembloroso porvenir. Y sigues ahí, batallando momentos, en pie y caminando, buscando cada noche el sabor de mis anhelos. Y sigues ahí, no te vas... Uniendo nuestros latidos al unísono, en melodía incomparable que es el amor y el vivir. Juntos, seguimos ahí. Y no nos iremos a ninguna parte sin nosotros.

Flores humanas

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Pensamientos tras unos ojos que miran y queremos gritar quiénes somos, lo que damos, a sordos auditorios. Duele como pedir flores a un muro. A veces la natura se abre camino, pero qué hace falta... Una semilla dispuesta, un corazón palpitante, una mente abierta. Nos hacemos viejos los niños ante las frías puertas cerradas a cal y canto. ¿Vale la pena? ¿O mejor girarnos sobre nuestros pasos y abrazar caminos abiertos de jardines sin fin? También los he visto... Brillantes de la mañana al ocaso, bajo un sol de colores, dibujando horizontes con miradas atentas, con latientes despiertos y pensamientos entregados. Flores humanas por todas partes. Niños jugando. El día se reinventa y sale volando. ¿Qué hacer? Sin curiosidad no hay nada. Sólo un vacío triste y una mañana vieja. Dura es la tierra baldía, no tengo todas las respuestas. Ilustración de Ruel Pascual