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Mostrando entradas de septiembre, 2012

Llueve

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Llueve... Adoro este olor a tierra mojada... Y no puedo evitar la necesidad de describir este sentimiento, esta emoción otoñal de dejar atrás las pequeñas penas que se arrastran en la vida, las grandes penas que te asolan el alma... La lluvia cae y el agua parece llevárselas de repente. Te inunda de ese olor limpio que refresca la ciudad en ruinas de la memoria. Otro momento perfecto, murmuras para ti mismo y lo atesoras, lo aferras para que no se escape. Lo haces parte de ti. Llueve y tú llueves con ella, eres parte de ese paisaje gris y mojado.

Todo y tú

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Das un paso y no te mueves un ápice en medio del Universo infinito; sin embargo, si no lo hicieses, nada podría continuar, los planetas no avanzarían en sus órbitas, los cometas no llegarían a su destino, la vida de los mundos no tendría el menor sentido. Caminamos en medio de una eternidad de sueños y expectativas, de proyectos a medio hacer, de deseos casi siempre insatisfechos, de pensamientos arremolinados y actos equivocados. La humanidad es todo eso y sin eso, no seríamos nada. Nuestros sueños y expectativas dibujan nuestras posibilidades. Nuestros proyectos y deseos nos obligan a seguir adelante. Nuestros pensamientos arremolinados nos convierte en seres interesantes y complejos, imprescindibles para la existencia. Y nuestros actos equivocados nos permiten aprender y evolucionar y tratar de ser mejores. Sin todo esto, qué seríamos, qué sería del Universo... ¿Somos realmente algo insignificante y descartable o acaso seremos una pieza fundamental en este puzzle de mov

A veces cuesta salir de la torre...

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A veces cuesta salir de la torre... Huyes de toda conversación que abra tu corazón para que no se te escape por los ojos... Invocas un buen día pese a todo. Desde el silencio. Siempre hay algo que pensar, algo que sentir, algo que olvidar, algo que maldecir, algo que quiere salir cuando se le da la oportunidad. Siempre hay algo agazapado observando por esa puerta entreabierta, en la oscuridad del ser… Pero, aunque soy de lágrima fácil, detesto llorar porque no sirve de nada. Así que desaparezco tras los muros para que nadie me encuentre.

Versos delirantes III

Arráncame el latiente que me está matanto, me conjura a saltar al vacío, andando a ciegas contra el viento y su voz enloqueciendo, gritando en todas las paredes. Arráncame el infierno de cada poro, la humedad implacable, el ansia de la sangre hirviendo, su ausencia desgarrando desde las entrañas hasta los implorantes dedos. Arráncame del abismo de su pupila, acechándome para darme caza, desnudándome el último secreto, acariciando impío el tejido de mi alma. Arráncame del pensamiento su presencia, aleja este temblor que derrumba mis cimientos, y que no pueda sentirle nunca más...

Versos delirantes II

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El ahora es eléctrico. El presente ha absorbido todo el tiempo, como en un agujero negro colosal que nos lleva feroz hacia su centro. El instante ha engullido el destino y han muerto las horas despedazadas en la nada; el ahora es eléctrico, estalla en el instante infinito, se pierde en la inconstancia del momento, la vida en un latido. Te aferras al aire en el vacío, y no hay nada más que un ahora eléctrico, el roce fugaz y el pálpito, el escalofrío..., el orgasmo letal del presente devorándose a sí mismo.

Los animales del cuerpo

Desquicio es un animal que vive en el centro mismo del pecho. No soporta el ruido que se desata a veces en la cabeza y patalea furioso. En ocasiones, cuando abre la boca, incluso se le escucha descargar algunas palabras eléctricas. Porque Desquicio sabe hablar, pero no piensa, y por eso cuando habla casi nunca se le comprende. Existe otro animal extraño que vive como aquél dentro del cuerpo, pero en la boca del estómago. Es hueco como un pozo y a veces se llena hasta el borde de un aire pesado y amargo. Lo llaman Amargura cuando está a la mitad; Angustia, si llega a la superficie, y Desesperación, cuando se rebosa por todas partes.

Das pasos...

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Das pasos a lo largo de la Avenida del Tiempo. Te cruzas con las caras de siempre, con las caras nuevas, y ves los instantes en movimiento como gotas de existencia. Aprendes a aferrar esos instantes… Te alimentas de tiempo, de caras, de palabras. Algún día despertarás y quizá olvides, pero formarán parte de ti. Así que mientras caminas devoras tus pasos. Y te conviertes en una bestia hambrienta.

Un fragmento

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"Llegados a este punto, había aprendido tres cosas: la primera era que todos veíamos el mundo desde nuestra propia lente caleidoscópica; la segunda, que ni la mayor de las inteligencias te libraba de ser el mayor de los idiotas, y la tercera, que estábamos condenados a la eterna repetición. Esa mañana llovía. Daba el resto de su vida por que una de esas gotas le refrescara también por dentro, pero tan solo llovía en la ciudad exterior. No se sentía triste, sólo naufragando en hastío y cinismo. Le faltaba una chispa que encendiera otra vez su entusiasmo, que avivara las pasiones por las que antes moría. Volver a sentir aquella ira, algún odio o un amor desgarrador... Las cosas se habían vuelto demasiado previsibles después de tantos siglos de constantes déjà vu. ¿Quién dijo que el diablo no podía aburrirse?"

…Como islas solitarias rodeadas de océanos de incertidumbre.

…Como islas solitarias rodeadas de océanos de incertidumbre. Se levantaba cada mañana y se tomaba su café para apaciguar los demonios de otra noche de insomnio. Pensaba mientras tanto en el paso del tiempo, en las cosas inevitables y en las decisiones que tomó en otros desayunos como aquél… Nunca fue suficiente un café. Las noticias del día se parecían mucho a las del día anterior, a las de la semana anterior, …¿a las del mes anterior? Era posible.   Un simple “off” apagaba todo eso y lo dejaba fuera, al otro lado de la ventana. Sabía que no sería por mucho tiempo. Miró el teléfono y sólo llamadas perdidas que no deseaba encontrar. Abrió el correo electrónico y todo el mundo rechazaba todo dándole las gracias. Un día más en las redes sociales lo animaban a ser positivo, a saludar al sol con alegría… Miró al sol. Seguía ahí, igual que ayer. Pensó que al sol le daría igual si hoy no le apetecía saludarlo. La hoja en blanco nunca le asustó y siempre lo esperaba. No er