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En el páramo

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Estar en el páramo puede no ser un lugar. Puede ser una forma de hablar, de decir que no estás en ninguna parte, de que nadie puede encontrarte en esta situación ajena y lejana, aparte de todo. Puede significar que te resguardas en un rincón de la mente donde no pasa el tiempo, donde no hay nada agresivo, azaroso, como tampoco excitante. Donde no hay drama, no hay decepción, no hay dolor, ni pérdida, ni fracaso, ni ruido. También, puede referirse a una situación sin amigos que pregunten qué tal te va, tomas un café o qué te cuentas que hace mucho que no te veo o te noto preocupado, estresado, triste, indiferente. O a las dudas de si verdaderamente le importas algo a alguien, si alguien te recordaría y te echaría de menos, si has dejado alguna huella trascendente o sólo estás de paso tan olvidable como un sueño; si has ocupado alguna vez la cumbre de la prioridad de alguien, si alguien te quiso más que a nada en la vida y eso fue algo muy hermoso, importante, significativo. El pár

El jugador

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Decía la canción que somos polvo en el viento. Venimos de una ráfaga mañanera para marcharnos como la brisa que regresa al mar de la tarde. Pero siempre queremos ser algo más que eso, ¿verdad? No estar de paso. Simplemente eso. No ser sólo una sombra arrastrada en el suelo. Que cada pálpito, cada dolor, cada pérdida, tenga un buen motivo. O uno malo, pero lógico. Determinante. Necesario. Causa-efecto, Destino o Azar, conozco al dios del camino, reparte sus cartas y quiere jugar. Mientras, nos desangramos hora a hora, caída a caída, en los giros implacables de nuestro tiempo. Ya no queda nada en mis bolsillos, sólo pedazos de algún sueño olvidado y una canción que aún no he aprendido. Vuelve a mí, dios de los perdidos, enséñame a perder una vez más. Que cuando llegue el Contable para llevarme, ya será tarde y no andaré por aquí de nuevo. Sólo pedazos y una canción llevo conmigo... Una apuesta arriesgada a un dio

Miedo

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Miedo a perder, miedo a ganar, miedo a tener miedo, a ser sombra, a sufrir, al dolor, a vivir, miedo a caer otra vez, miedo a equivocarme de nuevo, a someterme, a dominar, a hablar demasiado, a hablar demasiado poco, miedo a pensar... Pensar que siempre pierdo, que no sé ganar, que temo ser sólo una sombra y estar de paso, que voy a sufrir, que duele existir, que caigo una y otra vez y me equivoco sin remedio, que me dejo dominar, que no quiero someterme, que se me van la boca y los nervios, que a veces no sé que decir o no quiero decir nada, miedo a callar, miedo a gritar. Miedo al silencio y al ruido, miedo a pensar que vivo con miedo a ser feliz, porque la felicidad no existe y sólo dura un instante. Miedo a pensar en exceso, miedo a dejar de pensar, a olvidar y perder la memoria, a que me olviden, a que no me olviden, a querer ser olvidada. Miedo a saberlo todo, miedo a no saber nada... Miedo a la oscuridad, a la falta de control, al control,

Cambios

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Nos movemos. Nos movemos y flotamos en la nada constante. Agujeros negros y estrellas que ya han muerto, mientras el tiempo no existe y te caes en las horas de una vida incesante, hasta que cesa. Los espejos no te reconocen, porque te has vuelto un fantasma que se cuestiona su existencia, y aquí estás... ¿Dónde? ¿Cuándo? Quizá ya no estés en ninguna parte, en ningún momento. Tal vez seas sólo una estrella que ya ha desaparecido. Tomas decisiones, sin embargo. Cada elección, un camino. Cada camino, un deseo de continuación. Aunque no existamos y esto sea sólo una ilusión, persistimos en nuestro empeño de hallar nuevas preguntas. Pensamientos, consciencias que se dan de cabezazos contra una pared de luz y oscuridad. El infinito queda afuera, vive dentro, explota, germina, se retuerce en la entropía sideral de los acontecimientos. Todo cambia para permanecer. Las células nos devoran y se dice que somos polvo de estrellas. ¿Somos algo? ¿Lo fuimos alguna vez? Y el futuro dónde qu

Nocturnidades

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Ya no llegaban a mí las melodías del Érebo. Pensé que me habría olvidado en el devenir de los tiempos grises. Esa noche regresaron, tan aladas como siempre lo hicieron. Me tiñeron de su amor, me acogieron. Besaron mis manos y me tejieron un vestido. Murmuraban mi nombre. Tu nombre. Aún nos recordaban en sus sueños. Entregué mi ofrenda. Me bañé en sus aguas. Cerré los ojos y me dormí en los brazos de árboles antiguos... En la soledad de una noche de brujas, volvieron a tocar esas canciones y  bailé, bailé... bailé... eternamente bailé bajo la luna en llamas a la que lloran los lobos. Vienes a mí nuevamente y me cuentas una historia que ya casi olvidaba. Dulce relato de madrugadas infinitas. Me pierdo en ellas, me desangro. Viajo en una estrella que quizá murió hace mil años. Déjame renacer por última vez y rendirme en sus garras familiares. Déjame probar sus mieles y sus sales. Déjame morir en su vida y vivir en su muerte. Aparta de mí esta nostalgia qu

Red de Agua

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Somos fantasmas en el páramo blanco, nos movemos en la red más allá del tiempo, del espacio... ¿Existo para ti? Algunos son como islas, alzándose hacia cielos de sueños, escuchándose absortos, reflejados para sí, escribiendo frases en la arena que no conocen ni los pájaros... Algunos son como puentes, enlazando archipiélagos de datos, dibujando sonrisas, hablando a cada rato; siendo ruido para unos, para otros, siendo abrazo. Otros, somos AGUA... No sabemos adónde vamos, ni dónde encajamos en este mapa, y perseguimos las mareas, inventamos sus canciones para quizás, ojalá... al menos... no evaporarnos..... Entonces dime, vacío, ¿hay alguien ahí? A veces no hay nada. A veces responde el infinito. A veces no importa. Mientras, el mundo sigue. Vamos girando como molinos. Acaso somos nada. Acaso somos algo. ¿Hay alguien escuchando? Y el futuro ya es presente, el feedback es un río aquí estamos perdidos, encontrados, naufragados...

Un cuento para Calypso

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Adónde vas, ave de paso, que te llevas mis preguntas sin respuesta; quise ser tu noche y tus estrellas al margen de este mundo y sus delirios, pero tan sólo fui una pausa en el camino. Menos silencio, invoqué a los dioses y trajo la marea tu naufragio. Vestí de verdades y azaleas mis jardines. Te ofrecí las fuentes de mis labios. Las sirenas tejieron nuestro manto y fue tu canto el que sedujo al hada. como regalo de un destino perdido, como hechizo alado que dejaba un bosque. Quise ser la muerte buscada, un instante eterno como un sueño, y tan desnuda de lunas danzando y odiseas, me quedé en la puerta, despidiendo el barco. Adónde van los hombres que no se quedan, suspira Calypso en el adiós. Guarda ninfa tus verdades y azaleas que entran y salen como el sol, tarareaba la noche en su canción. Adónde vas, ave de paso, que te llevas mis preguntas sin respuesta.