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Mostrando entradas de mayo, 2013

Sólo un fantasma y sus anhelos

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Cristalizando... Agarrándome al aire donde murmuran las palabras. Sólo deseo pertenecer, formar parte y sentir, dejar de ser sombra y sueño, un fantasma en este paraje blanco. Quiero cruzar puentes y abrir puertas, escribir mis líneas, suspirar mis versos, caminar un horizonte lleno de barcos. Silencio, la noche es silencio, el día es silencio. Silencio pesado de unas manos vacías. Rostros a mi espalda y pasos de largo. Deseo... Ojalá alguna vez la vida me atrape y me haga suya para siempre.

Vagabundo

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Estoy fuera, siempre tras esa ráfaga de viento amable o buscando la ola perfecta. Pero estoy fuera, no logro aferrarme y el destino no quiere escribir unas líneas para mí porque estoy fuera. No me tocó ninguna estrella. Y sigo equivocándome eternamente. Mil caminos empecé y me pierdo en este limbo de decisiones vanas. No sé quién soy ni para qué. Pruebo todo tipo de suertes y dilemas, pero continúo siendo un vagabundo sin casa, sin propósito. La vida me enseñó de todo un poco y acabé mi tesis de la nada. Qué camino perdí, dónde me equivoqué y quedó lo que soy que no me encuentro. Ando de cabeza golpeando cada esquina, las señales no me hablan. No sé qué pasó ni cuándo, ni quién era yo en aquel espejo. Quizá lo encuentre un día y me pueda decir qué hacer con mi vida.

Oda al Romanticismo

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Me dueles... De eso se trata. El amor te arrebata, te desgarra por dentro y duele. Duelen las ausencias y los silencios de las medias palabras, pero también te mata sentir que amas con cada latido, en medio de deseos en llamas que te arañan y muerden, te atan, te rompen y te liberan. Crecen las alas desde el interior, te elevas sobre el abismo temiendo caer al vacío... He ahí el terror a perder. Mueres en cada despedida, revives en cada encuentro. De eso se trata. El amor no son regalos, ni fechas, ni palabras de color pastel ni de sabor a fresas. El amor mata y da la vida una y otra vez... Construye historias como grandes epopeyas. Pero sobre todo duele. Porque te llena y te vacía. Te condena y te bendice con lo único que realmente importa. El amor duele, te arrastra a conseguir imposibles, a superar obstáculos como sea, cueste lo que cueste; duele el fracaso y el triunfo, el hambre y el orgasmo; el amor es el dolor más dulce, el más terrible, y el

Al margen

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No me quejaré. No soy de los que se quejan, soy de los que solucionan o al menos buscan soluciones. De qué sirve quejarse, de qué sirven las lamentaciones y las lágrimas. De nada. Lluvia y nada más. Luego todo sigue igual. Incluso la gente. Y el corazón continúa bombeando emociones; la mente, razonando pensamientos, y el tiempo... pasando. El tiempo pasa. Es la única certeza que queda cuando sobreviene lo incierto. Menos mal que el tiempo pasa, si no, yo diría que no me he movido jamás de este punto gris, fuera y dentro de todo. Gris. El día se presentó gris y frío. Vacío en cierto modo, con demasiado ruido en mi cabeza. Cuántas veces habré deseado alejarme al fin de tanto ruido... Nadie preguntó jamás. Quizá nadie lo sepa. Cómo iban a saberlo, si no soy de los que se quejan. La ciudad está llena de rostros que no miran, pero hablan sin parar. Tanto ruido. Necesito una pausa, un segundo para respirar... No me hace falta quejarme. Sólo un momento, un mísero instante, a

Serenidad...

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Busco serenidad... La busco desde anoche. Se perdió y no la encuentro. Quizá se fue. Quizá no regrese nunca. No lo sé. Pero la busco como si me fuera la vida en ello. Me desespero. Alguna vez la he creído ver entre la multitud, saludando con la mano, pero luego no era ella o no era a mí a quien saludaba. Lo típico. Se fue al amanecer de un día, se llevó sus sonrisas y sus miradas que llegaban al alma. Ahora no dejo de escuchar sus canciones ni de leer sus cartas. Quizá la encuentre un día. Quizá la vea andando hacia mí de nuevo. Yo la busco... Porque iluminaba el horizonte, me contaba sueños con sabor a mañana y no ha vuelto a amanecer desde entonces. Sí, ahora la busco como si me fuera la vida en ello.

Una mañana como cualquier otra

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Comía mis cereales como cada mañana. Miraba la cuchara bajar para luego subir, cargada  y directa hacia la boca de quien la observaba. En un momento dado, en medio del compás que me hizo divagar, me vi transformada en animal devorando aquellos mismos cereales como si no hubiese un mañana... Me dije a mí misma que si fuera una bestia salvaje podría sobrevivir al tiempo en el que me dejen sin casa, sin alimento, sin futuro. Pero soy una triste humana que se come sus cereales cada mañana, sus piezas de fruta al día recomendadas y que disfruta de una ducha caliente. Es terrible. Qué vulnerable me siento ahora cuando el destino de todos se encuentra en manos de idiotas sin empatía alguna, sin escrúpulos ni conciencia. ¿Es ésta la que llaman evolución? De ser libres y autosuficientes nos convertimos en esclavos de imbéciles... Si me permiten una expresión desde el alma, ¡es una mierda! Odio esto y no lo entiendo. Y como no lo entiendo, lo odio más. Y el odio sigue creciendo... c

No sabemos

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Tomamos senderos equivocados quizá, todo se torció un día tal vez; miramos atrás y no entendemos qué pasó, miramos hacia delante y no sabemos hacia dónde vamos. Los sueños nos tocan,  nos persiguen, nos arrastran, nos llenan y vacían, nos despiertan. Seguimos andando. Siempre el camino. Siempre, como leitmotiv del errante. Implacable. Sin refugio. Seguimos caminando un paso tras otro. Y nadie nos contó de qué iba esto, sólo miramos hacia adelante y no sabemos hacia dónde vamos.

Acerca de la felicidad

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Yo no creía en la felicidad. Además no me convenía, soy escritor. Era algo que se escurría entre los dedos como la arena y se alejaba en horizontes inalcanzables cocinados a base de esperanzas y espejismos. Yo no creía en ella ni ella creía en mí; supongo que estábamos en paz de alguna manera. Nunca vi una estrella de fortuna en mis cielos, pero no me puedo quejar... He llegado hasta aquí a oscuras. Otra cosa que tiene la felicidad, incluso perversa, es que si se va, te conviertes en un desgraciado. Quién querría algo así para sí mismo y para los demás... A priori, parece una opción mucho mejor no toparte nunca con ella por si acaso. Pero me ha tocado. Ha venido a verme estos días. Se ha quedado conmigo un tiempo y ahora no puedo hacer otra cosa que creer. Así que no hay nada más que hacer, habrá que afrontarlo y ser felices todo lo que se pueda o esperar a serlo en otra ocasión. Ahora que la conozco, tiene a su disposición cada rincón de mi casa. Y en cada rincón hay un gra