…Como islas solitarias rodeadas de océanos de incertidumbre.
…Como
islas solitarias rodeadas de océanos de incertidumbre.
Se levantaba cada mañana y se tomaba su café para apaciguar los demonios de otra noche de insomnio. Pensaba mientras tanto en el paso del tiempo, en las cosas inevitables y en las decisiones que tomó en otros desayunos como aquél… Nunca fue suficiente un café.
Se levantaba cada mañana y se tomaba su café para apaciguar los demonios de otra noche de insomnio. Pensaba mientras tanto en el paso del tiempo, en las cosas inevitables y en las decisiones que tomó en otros desayunos como aquél… Nunca fue suficiente un café.
Las
noticias del día se parecían mucho a las del día anterior, a las de la semana
anterior, …¿a las del mes anterior? Era posible. Un simple “off” apagaba todo eso y lo dejaba
fuera, al otro lado de la ventana. Sabía que no sería por mucho tiempo.
Miró
el teléfono y sólo llamadas perdidas que no deseaba encontrar. Abrió el correo
electrónico y todo el mundo rechazaba todo dándole las gracias. Un día más en
las redes sociales lo animaban a ser positivo, a saludar al sol con alegría…
Miró al sol. Seguía ahí, igual que ayer. Pensó que al sol le daría igual si hoy
no le apetecía saludarlo.
La
hoja en blanco nunca le asustó y siempre lo esperaba. No era una relación
fácil: Mucho abandono, algunas infidelidades, decepciones, unas pocas broncas
porque a ambos les iban más los dolorosos silencios… Escribir. Había tanto que
decir últimamente que no sabía por dónde empezar. El mundo se había vuelto como
una de esas pesadillas en las que conduces un coche por unas escaleras desde el
asiento de atrás. Mientras, el tiempo seguía pasando y el sol continuaba ahí arriba
esperando que sonriera. Qué gilipollez, se dijo y sonrió.
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