Miedo

Miedo a perder, miedo a ganar,
miedo a tener miedo,
a ser sombra,
a sufrir, al dolor,
a vivir,
miedo a caer otra vez,
miedo a equivocarme de nuevo,
a someterme,
a dominar,
a hablar demasiado,
a hablar demasiado poco,
miedo a pensar...

Pensar que siempre pierdo, que no sé ganar,
que temo ser sólo una sombra
y estar de paso,
que voy a sufrir, que duele existir,
que caigo una y otra vez
y me equivoco sin remedio,
que me dejo dominar,
que no quiero someterme,
que se me van la boca y los nervios,
que a veces no sé que decir o no quiero decir nada,
miedo a callar, miedo a gritar.
Miedo al silencio y al ruido,
miedo a pensar que vivo con miedo a ser feliz,
porque la felicidad no existe
y sólo dura un instante.

Miedo a pensar en exceso,
miedo a dejar de pensar, a olvidar
y perder la memoria,
a que me olviden,
a que no me olviden,
a querer ser olvidada.
Miedo a saberlo todo,
miedo a no saber nada...

Miedo a la oscuridad,
a la falta de control,
al control,
a la gente,
a las cosas que no comprendo,
a no ser suficiente,
a ser demasiado,
a estar al margen, a no encajar,
a estar fuera, a estar dentro,
a no poder escapar.

Miedo a evadirme,
a comprometerme,
a permanecer;
Miedo a perder la cordura,
a perder la locura...
Miedo a la tristeza y la ansiedad,
a la euforia,
a dejarme llevar
por la ira, por la alegría, por la pasión,
por el sexo, por la vida;
miedo a estancarme
y seguir,
miedo a sentir,
miedo a dejar de sentir,
miedo a querer vivir o a no querer hacerlo,
a sólo ser pensamiento
y no emoción, al contrario,
todo y nada a la vez.

Miedo a no ser tan buena,
miedo a no ser tan mala,
a mi humanidad,
a mi falta de ella.
Miedo a la contradicción,
a la adicción, a la obsesión.
Miedo al libre albedrío,
a la falta de libertad.
Miedo al cambio,
al fin y al principio.
Miedo a mis pensamientos erráticos,
miedo a ser un error;
miedo a estar en el vacío
de mi propio existencialismo
comprendiendo que nada importa,
ni yo ni mi miedo
o tener miedo de tenerlo.

John Quidor. 1858




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