Momentos privados de uno solo
Supongo que es una noche singular. Una de esas noches de sábado en casa, escuchando Richard Marx y revolcándote plácidamente en tus pequeñas miserias. Intento no escribir sobre estas cosas, sobre estos momentos tan íntimos, privados, porque suelen preguntarme qué me pasa. No hay una respuesta clara. Siempre hay cosas por resolver, recuerdos que recordar, pequeños castillos en el aire que parecen a veces inalcanzables e instantes en los que se nota más la soledad... Todos tenemos estos momentos. No pasa nada especialmente. O quizá pasa de todo. Nosotros pasamos. Recorremos la vida y buscamos la manera de vivirla o sobrevivirla.
No pasa nada. Tan sólo se trata de apaciguar viejos demonios que nunca desaparecerán y de esta manera, entablamos una conversación amena sobre el tiempo y sus cosas. Deberíamos hablar más con nuestros demonios, al fin y al cabo, nadie nos conoce mejor.
Pero no sucede nada, en serio. Es sólo la madrugada atacando con alevosía y nocturnidad.
Y yo he decidido dejarla entrar.
Quién sabe, quizá sólo me aburría.
No pasa nada. Tan sólo se trata de apaciguar viejos demonios que nunca desaparecerán y de esta manera, entablamos una conversación amena sobre el tiempo y sus cosas. Deberíamos hablar más con nuestros demonios, al fin y al cabo, nadie nos conoce mejor.
Pero no sucede nada, en serio. Es sólo la madrugada atacando con alevosía y nocturnidad.
Y yo he decidido dejarla entrar.
Quién sabe, quizá sólo me aburría.
Comentarios
Publicar un comentario