Nocturnidades

Ya no llegaban a mí las melodías del Érebo.
Pensé que me habría olvidado en el devenir de los tiempos grises.

Esa noche regresaron, tan aladas como siempre lo hicieron.
Me tiñeron de su amor, me acogieron. Besaron mis manos y me tejieron un vestido.
Murmuraban mi nombre. Tu nombre.
Aún nos recordaban en sus sueños.

Entregué mi ofrenda.
Me bañé en sus aguas.
Cerré los ojos
y me dormí en los brazos de árboles antiguos...

En la soledad de una noche
de brujas,
volvieron a tocar esas canciones
y  bailé, bailé... bailé...
eternamente bailé
bajo la luna en llamas a la que lloran los lobos.

Vienes a mí nuevamente
y me cuentas una historia que ya casi olvidaba.
Dulce relato de madrugadas infinitas.
Me pierdo en ellas,
me desangro.
Viajo en una estrella que quizá murió hace mil años.

Déjame renacer por última vez
y rendirme en sus garras familiares.
Déjame probar sus mieles
y sus sales.
Déjame morir en su vida
y vivir en su muerte.

Aparta de mí esta nostalgia que hoy me toca...

El tiempo se aleja en un espacio remoto.
No hay piedad para un corazón abierto.

He caído y me rompo.
No encuentro el rastro.
Desespero en la arena derramada
al compás de los días inciertos.

... No llegaban a mí las melodías
y pensaba que me habrían olvidado.


George Grie

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